Por eso, ayer por la tarde, al salir de trabajar me dediqué a no hacer nada, a hacer lo que en ese momento me apetecía. Disfrutar de la tarde, no tener ni una obligación porque las dejé todas de lado. Leer, descansar e irme a dormir antes de que el reloj marcase un nuevo día:)
Esta misma podría haber sido yo...
Hacer lo que te apetezca es también quedarte embobada y maravillada enfrente de un paisaje espectacular. Con mirada atónita y los ojos bien abiertos para recordar toda la vida esas vistas que te hacen sentir libre, poderosa, enorme o diminuta; pero te hacen sentir. El corazón palpita con más fuerza que de normal.
Los sábados y los domingos por la mañana son también para hacer lo que te apetezca. Incluso los miércoles y los lunes, para disfrutar de una versión reducida en esos 5 minutos más que atrasas el despertador, o los 30 segundos más que te quedas remoloneando en la cama ahora que empieza a hacer fresco por la mañana y da pereza poner los pies en el suelo.
Hacer lo que te apetezca es disfrutar. Decidir. Tener el poder. El control. Dejarse llevar. Y ponerte tu camisa favorita un día cualquiera, porque te apetece.
Haz lo que te apetezca. Repítelo: Hoy voy a hacer lo que me apetezca. ¡Buen día!
Deberíamos dedicarnos más tiempo a nosotros mismos y a hacer lo que nos apetezca, sin prisas, agobios ni compromisos. Al menos un ratito al día, verdad?
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